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Foto del escritorEsteban Román

AMLO es el nuevo Perón. Sheinbaum debe aprender de Argentina

AMLO es el nuevo Perón

Terminó la presidencia de Andrés Manuel López Obrador. La gente fuera de México lo conoce poco, porque nunca fue tan agresivo como Donald Trump o tan excéntrico como Hugo Chávez. Sin embargo, el impacto que la presidencia de López Obrador tuvo sobre México es comparable al que Trump tiene en Estados Unidos y el que Chávez tuvo en Venezuela. AMLO, como es conocido en México, al igual que los otros dos, es reverenciado por millones de personas a un nivel incluso religioso. 


Trumpistas, chavistas y obradoristas tienen la coincidencia de que ven a sus líderes como salvadores de la patria y, por lo tanto, los adoran al punto del fanatismo. Pero el legado de López Obrador, mucho menos conocido a nivel internacional que el de los otros dos, sobrevivirá más allá que el de Trump y el de Chávez. AMLO tomó el control de los tres poderes del Estado, de los tres niveles de gobierno y se quedó a un paso, de controlar también a la autoridad electoral, con lo cual garantizaría que ningún otro partido más que el suyo, llegue al poder en el futuro visible, y lo hizo sin ponerse electoralmente en peligro, como Trump hace con su estridencia, y sin llevar al país  al total suicidio económico, como Chávez y Maduro hicieron con Venezuela. AMLO será tomado como referencia por décadas en la política mexicana porque perpetuó su movimiento sin llevar al país a una crisis. 


Por lo tanto López Obrador no es Trump ni es Chávez. Pero sí es Juan Domingo Perón, el tres veces presidente argentino que 50 años después de su muerte, todavía influye en la política argentina y cuyo legado aún tiene a la economía de ese país atada a un modelo de crecimiento basado en deuda e industrias estatizadas. 


Ese es el mayor riesgo del legado de AMLO. Y estoy ignorando el tema de la seguridad y de la falta de combate al crimen organizado, que en sí mismo es una enorme amenaza. Porque si bien Perón, como el presidente mexicano, repartieron recursos a millones de personas que las élites anteriores habían ignorado… lo hicieron con un modelo económicamente inviable en el largo plazo, que desprecia a las fuerzas económicas privadas que fueron las que en realidad sacaron de la pobreza a países como Japón, Corea del Sur y China. El partido comunista chino -comunista- no sacó a 800 millones de personas de la pobreza con programas sociales ni con subsidios, lo hizo con trabajo generado por inversión extranjera y desarrollo de industrias nacionales que compitieron bajo los más feroces criterios capitalistas en mercados internacionales a lo largo de los últimos 40 años. 


Claudia Sheinbaum tiene la oportunidad de tomar los aspectos positivos de López Obrador, de justicia social y dignificación de los desfavorecidos… pero dejando atrás los aspectos negativos, de ideas económicas obsoletas que son la razón por la que ni Argentina ni México han podido despegar como potencias económicas. Requiere de todo un video explicarlo a detalle, pero en esos dos países mucha gente culpa al neoliberalismo y a los extranjeros de lo que en realidad fue simple y llana incompetencia de sus propios políticos. 


Ahora es Claudia Sheinbaum, la sucesora elegida por López Obrador, quien tiene que decidir cuál será el legado del lopezobradorismo. Nadie sabe lo que pasa por la cabeza de la nueva presidenta de México. Hay dos versiones de ella en los últimos años. ¿Es la pragmática alcaldesa de la Ciudad de México que incluso se opuso a las políticas más absurdas de su mentor, como menospreciar lo que la ciencia decía durante la pandemia? ¿O es la candidata presidencial que repite, sin cuestionar, todo lo que López Obrador dice? 


Si es la primera, le esperan a México tiempos de prosperidad, porque Sheinbaum entenderá que no son los programas sociales ni los subsidios los que sacarán a millones de personas de la pobreza, sino los trabajos que sólo la unión económica con Estados Unidos, el ahora famoso nearshiring, puede proporcionar. Una oportunidad aun más grande, si Kamala Harris gana la presidencia de Estados Unidos, una mujer que como vicepresidenta viajó a México con el objetivo de atender las causas de raíz de la migración. Ambas, Harris y Sheinbaum, estarían en una posición inmejorable para crear un bloque comerciar norteamericano que desplace, por fin, a China de las cadenas de suministro estadounidenses.  


Pero si Claudia Sheinbaum es su segunda versión, una mera sombra de López Obrador, México no será Venezuela, pero tampoco aprovechará a profundidad la oportunidad histórica que el conflicto entre China y Estados Unidos le ha presentado. Será otra vez, como dicen sus cronistas deportivos, el país del “ya merito”.


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