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Foto del escritorEsteban Román

Apoyar a Rusia es atacar a Estados Unidos

Apoyar a Rusia es atacar a Estados Unidos

Quién defiende a la Rusia de Vladimir Putin colabora, aunque no lo sepa conscientemente, con un plan para hacer caer a Estados Unidos y a sus alidos. Así lo ven los pro rusos izquierdistas de latinoamérica, así lo ven los chinos, así lo ven en Korea del Norte y en Irán. Los únicos que no se dan cuenta, o fingen no darse cuenta, son los prorrusos dentro del propio Estados Unidos.


No hay otro país, ni siquiera China, que busque de manera tan activa, la destrucción de Occidente y el caos dentro de Estados Unidos. Rusia lleva 20 años mapeando las debilidades estructurales de su rival, con manipulación en redes sociales y ciberataques destinados a interrumpir la red eléctrica y de infraestructura de Estados Unidos. Empezaron con la campaña de Obama en 2008, quien no hizo nada significativo pese a sus propios oficiales le advirtieron que la intervención rusa había escalado en 2014 hacia influir en las elecciones de 2016. 


Luego llegó Donald Trump y los ataques se incrementaron, esta vez para penetrar las plantas de energía, generadores nucleares y el servicio de agua potable. Así lo admitieron tanto el FBI, como el Departamento de Seguridad Nacional y el Departamento de Energía de Estados Unidos del gobierno de Trump. ¿Qué hizo Trump? Culpó a China, pese a sus propios oficiales le decían que Putin era el responsable.


Ahora los trumpistas quieren cambiar la historia y decirnos que Vladimir Putin es un aliado de los valores tradicionales estadounidenses. Hasta ese discurso es pagado.  El 5 de septiembre el Departamento de Justicia de Estados Unidos reveló que dos empleados del medio ruso RT, controlado por Moscú, le pagaron 10 millones de dólares a una empresa de Tennessee, para que influencers derechistas como Tim Pool y Dave Rubin difundieran propaganda rusa escondida como si fuera opinión propia de esos personajes. Ellos no lo negaron, solo se dijeron engañados.


Ahora entendemos por qué Tucker Carlson, el más influyente vocero de la derecha en Estados Unidos, fue a Moscú a entrevistar a Putin, muy sumiso, sin cuestionarlo, y a pesearse por un supermercado moscovita y una estación del metro para presentarlos como ejemplos de la superioridad rusa. 


Putin sabe que Rusia jamás podrá vencer a Estados Unidos en una guerra convencional. Sabe que Rusia jamás podrá competir con el enorme poder económico de su odiado rival. Por eso ha elegido atacar el punto débil de las democracias: la credulidad de sus ciudadanos. Quien apoya a Rusia es porque ignora todo esto o deliberadamente desea el hundimiento de Estados Unidos.

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