
¿Deberíamos meter a la cárcel a los títeres de Vladimir Putin, a los políticos e influencers prorrusos, que intentan destruir nuestras democracias desde dentro? Es muy tentador, pero no es tan fácil.
Ya lo están intentando en Rumania, donde Calin Georgescu, el candidato presidencial pro ruso, fue detenido. Había llegado en primer lugar en las elecciones primarias del país europeo, a partir de una campaña muy exitosa en TikTok donde vendió mentiras virales como que Rumania daba más dinero a los niños ucranianos que a los rumanos.
La estrategia es siempre la misma: vender la idea de que somos dominados por una malvada élite oculta -los “globalistas”, George Soros, las farmacéuticas-, todo ello, dicen los tipos como Georgescu -como como Tucker Carlson en Estados Unidos, como Alice Weidel, en Alemania- para borrar nuestra identidad. Para someternos.
Y es tan exitosa esa estrategia porque utiliza verdades para impulsar mentiras. Suena correcta, tiene sentido, aunque no nos tomemos la molestia de verificarla. La migración, por ejemplo, claro que es un problema, sobre todo cuando viene de países culturalmente incompatibles. Hice un video sobre el desastre que es Suecia en este momento, una de las peores tasas de homicidios de Europa, por haber dejado pasar indiscriminadamente a migrantes que no aceptan el secularismo, la libertad individual y la igualdad ante la ley. Son simplemente personas incompatibles con los valores de Occidente. Estoy de acuerdo en eso.
¿Significa que hay una élite oculta deliberadamente intentando desparecer la cultura occidental, las razas incluso de los países receptores, con el objetivo de qué… hacer más dinero? Hay organizaciones civiles, políticos, académicos que defienden a ultranza la migración, pero no son parte de una malvada organización global.
Suena muy atractivo, lo sé. Pensar en que somos los buenos en contra de los malos. Le daría más sentido a nuestras vidas ser parte de una trama como de película. Y por eso resuena tan bien entre millones de personas. ¿Qué explicación prefiero si no entiendo los complicados procesos económicos, sociales y políticos que hay detrás de fenómenos como la migración? Prefiero la historia de héroes y villanos… en lugar de la realidad, en el caso de la migración, de una élite, sí, progresista, “woke” sin duda, que ingenuamente cree todavía que la globalización nos salvará de nuestros males. Pero esa élite globalista académica, mediática, empresarial a veces, no tiene un control homogéneo ni del poder político ni del poder económico en el mundo. Si así fuera, los dos principales beneficiarios del sentimiento antisistema, Elon Musk y Donald Trump, no serían el hombre más rico del mundo y el hombre más poderoso del mundo, respectivamente. Tengo pendiente un video solamente dedicado a desmontar cada una de estas creencias ridículas de que vivimos en una película en la que el pueblo bueno es héroe en contra de los villanos ocultos. Pero apenas si me da tiempo por ahora para reaccionar a las noticias de cada día.
El punto es, que el manual ruso de desestabilización utiliza a nuestras democracias en nuestra contra. No es nada nuevo, era una estrategia soviética. La KGB, por ejemplo, financiaba a grupos civiles opositores al uso de la energía nuclear, con el objetivo de debilitar la investigación y el desarrollo nuclear de Occidente. La herencia de esos movimientos ecologistas y pacifistas en nuestro imaginario colectivo hicieron que la ex canciller alemana, Angela Merkel, tomara la decisión, absurda, irracional, de cerrar todas las plantas de energía nuclear de su país para terminar dependiendo principalmente del gas proveniente de Rusia.
Pero ahora la propaganda rusa es mucho más efectiva de lo que fue la soviética. Gracias a las redes sociales. Y tiene una ventaja adicional: los jóvenes ya no recuerdan cómo era la vida en la era comunista. En el caso de Rumania, por ejemplo, ya se olvidaron o más bien, nunca les contaron o no quieren saber, sobre la policía secreta, las hambrunas, las masacres. Todo lo que han conocido los jóvenes nacidos a partir del año 2000 es capitalismo y elecciones. Y por supuesto, necesitan algo de qué quejarse y estar inconformes. No saben de lo que se perdieron durante la existencia de la Unión Soviética. Por eso a todos esos menores de 25 años se les hizo fácil votar por Georgescu, el títere de un dictador ex agente de la KGB.
La Suprema Corte de Rumania detuvo las elecciones cuando desenmascaró la operación de Rusia para instalar a Georgescu como presidente. El problema es que no se puede detener la propaganda en tribunales. El efecto que se consigue es el contrario: quienes no están muy bien informados sobre geopolítica terminan reafirmando su creencia de que su candidato es víctima de una gran conspiración global. A Donald Trump, por ejemplo, no le afectaron los juicios en su contra. Al contrario. Lo beneficiaron.
Es fácil olvidarlo ahora, pero durante dos años, poco después del ataque al capitolio de los seguidores de Donald Trump en Washington, era Ron DeSantis, no Trump, quien encabezaba las encuestas para ser el candidato republicano en las elecciones presidenciales de 2024. Pero la insistencia de los demócratas y del abogado de distrito en Nueva York consiguieron impulsar de nuevo la candidatura del hoy presidente.
La Suprema Corte de Estados Unidos leyó muy bien esto. En una decisión unánime que incluyó a los izquierdistas dentro de esa corte, determinó que no se podía sacar a Donald Trump de las boletas electorales aun si es culpable por delitos como insurrección. Y fue la decisión correcta: lo único que lograron las persecuciones judiciales en contra de Trump fue incrementar la percepción entre el electorado estadounidense de que Trump es anti sistema, anti políticos tradicionales, y, por lo tanto, un agente de cambio.
Si estás insatisfecho con tu vida. Si crees que la inflación es incontrolable. Si ves que cada día hay más gente que no quieres ver en tu vecindario: no quieres una pluma como solución, quieres una bola de demolición. Y ese deseo popular no puede ser contenido por leyes y tribunales porque sólo incrementará aun más el enojo de esas personas.
Rusia detectó muy bien todo esto. Por eso ha invertido millones en políticos e influencers de derecha en Estados Unidos y en Europa como Georgescu, como Alternativa por Alemania, el partido derechista que Elon Musk impulsó. Y ahora cosecha los resultados. Es como haber invertido en Amazon hace 20 años para ver ahora tus ganancias incrementarse exponencialmente. Mucho más barato además que lanzarse a una guerra real en contra de tus enemigos.
¿Qué debemos hacer entonces, si meter a la cárcel a los títeres pro rusos no es la solución? Comunicación. La propaganda sólo se combate con la verdad. Información estructurada, bien narrada, bien contada, que exponga las falsedades de los propagandistas. Lamentablemente, hacer eso cuesta. Los medios, que tienen los recursos, carecen de credibilidad, precisamente por ser medios. Y quienes combatimos la propaganda desde las redes sociales no podemos dedicarnos a esto de tiempo completo, porque a diferencia de Rusia, no hay ningún Estado, organización civil de bolsillos hondos o multimillonario, interesado en ver esto como lo que es: una guerra de los bárbaros, de los tiranos, en contra de Occidente.
Pero es una batalla que hay que dar, cada quien desde nuestra trinchera, porque cuando las instituciones democráticas no son lo suficientemente fuertes, el país que permitió al títere ganar, como Victor Orban en Hungría, o que permitió a un nuevo dictador surgir -sin ataduras originalmente, como Chávez y Maduro- no podrán quitarlos después. Y para cuando nos demos cuenta, la oportunidad de sacarlos del poder se habrá perdido. Es ahora, siempre es ahora, el mejor momento para actuar.