El presidente ruso Vladimir Putin ha logrado engañar a millones de personas en Occidente, haciéndoles creer que oponerse a sus deseos desatará una tercera guerra mundial.
Es el mismo engaño que Adolf Hitler usó para invadir Austria y Checoslovaquia entre 1938 y 1939, antes de concluir que sus enemigos eran demasiado débiles para enfrentarlo. Lo dijo incluso explícitamente a sus subordinados. Y eso lo animó a iniciar la Segunda Guerra Mundial con la invasión de Polonia en 1939 que, no debemos olvidar, fue realizada también por la Unión Soviética.
A esa claudicación ante la Alemania nazi se le llamó el “apaciguamiento”. La estrategia fallida de Gran Bretaña y Francia de darle concesiones a Hitler para no provocarlo. Exactamente lo mismo que ahora proponen Donald Trump, Marine Le Pen y otros derechistas de Europa para “apaciguar” a Vladimir Putin.
Ucrania hoy es el regreso a ese 1938, cuando en Estados Unidos se libraba una batalla ideológica, entre la visión del presidente Franklin Roosvelt de que los nazis eran una amenaza para todos y el movimiento aislacionista, el “América First Comitee”, cuyo principal vocero, Charles Lindbergh, el Trump de la época, decía que Estados Unidos no debía intervenir en problemas extranjeros y que debían proteger la "raza blanca" en Estados Unidos.
No solo fue Hitler, sino Hiroito en Japón y Mussolini en Italia quienes vieron la debilidad en Europa y la indecisión en Estados Unidos. Y así fue que calcularon a su favor el costo de hacer sus propias invasiones en África y Asia, respectivamente.
La historia se repite. Pero hay una diferencia esta vez respecto de 1938: los ucranianos se resistieron a Putin. Siguen resistiendo. Tenemos ahora la oportunidad de no volver a caer en la trampa del apaciguamiento.
Vencer a Putin mandará una señal muy clara a los nuevos totalitarismos que se han asentado en China, en Irán, en Corea del Norte, de que las democracias no son intrínsecamente débiles. De que los dictadores serán derrotados si creen que pueden invadir países a su antojo.
A los Hitler del mundo no se les apacigua, se les derrota.