Los defensores de Nicolás Maduro en Venezuela o de Daniel Ortega en Nicaragua llevan años diciéndonos que el orden mundial estadounidense está en declive, que el mundo es multipolar y que los BRICS, grupo de países encabezado por Rusia y China, son el nuevo gran poder global.
Bueno, si es así, ¿dónde están los BRICS en la crisis de Venezuela? Si la culpa no es de Nicolás Maduro sino de las sanciones económicas impustas por Estados Unidos; ¿dónde están el financiamiento, la tecnología, y el enorme poder comercial de la alianza antiestadounidense?
No hacen nada (aunque quisieran) porque no pueden hacer nada. En primer lugar, no son una alianza real: sus miembros tienen intereses muy diferentes, a veces opuestos entre sí. Es más probable, por ejemplo, que India inicie una guerra contra China, por disputas territoriales vigentes, que contra Estados Unidos, con quien tiene cada vez mayor intercambio comercial.
La prueba de la intrascendencia de los BRICS está en que 15 años después de su formación oficial, no han hecho una sola cosa relevante. Hablan mucho sobre una nueva moneda global, por ejemplo, pero el dólar sigue siendo la moneda usada en 90% de las transacciones internacionales. India no quiere rublos rusos, Rusia no quiere rupias indias y nadie quiere reales brasileños.
Y es por eso que es ingenuo por parte de los radicales izquierdistas, pedirle a países como México o Colombia, suplir a Estados Unidos con los BRICS. Sería tanto como abandonar una pareja estable por una amante disfuncional. Sólo funciona, en un mundo de fantasía.