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Estados Unidos pierde su tiempo con Palestina

  • Foto del escritor: Esteban Román
    Esteban Román
  • 27 mar
  • 3 Min. de lectura


Se acabó la paz en Gaza. Israel retomó los ataques en contra de Hamás, el grupo radical islámico que controla esta pequeña porción de tierra donde viven alrededor de 2 millones 200 mil palestinos.


Donald Trump y Benjamín Netanyahu, el Primer ministro israelí, creen que ellos sí pueden hacer lo que ningún líder ha logrado en los últimos 80 años: pacificar por completo a Palestina, pero ahora sólo con mano dura. 


Para ser justos, por las buenas no se ha logrado. La solución que todos en Europa citan como la fórmula mágica de la paz: un Estado palestino, no ha funcionado antes porque los propios palestinos lo han rechazado al menos cuatro veces desde que Gran Bretaña se los ofreció en 1937, antes incluso de que el Estado de Israel fuera creado. Y ya sé que es lo que dirán los defensores de Palestina: que les quitaron sus tierras. No fue así. De hecho, cuando los árabes rechazaron la oferta de Gran Bretaña, primero de compartir un Estado con los judíos y luego de tener el suyo propio -al lado de los judíos- (una década antes de que la ONU creara Israel), los judíos ya representaban un tercio de la población total. 


Así que los palestinos no tienen un Estado propio, principalmente, porque sus líderes no aceptan lo único que Israel ha pedido a cambio: que los palestinos reconozcan la existencia de Israel. Y eso es algo que nunca aceptan. Así no hay paz posible. Porque Palestina jamás tendrá el poder para expulsar a los israelíes de esa tierra. Sería como si Ucrania pidiera, como requisito para alcanzar la paz, la total desaparición de Rusia como Estado. Más o menos lo que Putin quiere de Ucrania en esa negociación. Así de absurda es la exigencia de Hamás de desaparecer a Israel. 


¿Significa que Israel es todo bondad? No. Están creando asentamientos humanos ilegales en Gaza y en Cisjordania, y no permiten el libre movimiento de palestinos entre sus territorios. Pero después de ataques palestinos dirigidos a civiles como el del 7 de octubre de 2023, es difícil pedirle a Israel que sea más confiado. 


El punto es que, tienen razón los israelíes cuando dicen que esto es, en esencia, culpa de Hamás. El problema es que no está claro cómo van a derrotar, ahora sí, al radicalismo palestino sin acabar con prácticamente todos: los hombres que son fácilmente reclutados, y los cientos de miles de mujeres y niños en los que esos militantes se escudan. ¿Cuántas bajas palestinas son “aceptables” para lograr la eliminación de Hamás? ¿100 mil? ¿500 mil? ¿Un millón? Pongámonos cínicos y asumamos que no importa. Que el fin justifica los medios: ¿han pensado en las consecuencias de largo plazo?


Convertirían a la causa Palestina, políticamente irrelevante en este momento dentro de Estados Unidos -e irrelevante también en Medio Oriente, pues nadie en la región quiere recibir palestinos-, en un movimiento con mucho más argumentos para hablar de un “genocidio” en su contra. Y estoy mencionando sólo el problema más visible. Además, ¿qué evitará el resurgimiento de los radicales entre los palestinos que queden con vida? ¿Quién los gobernará si la Organización Nacional Palestina no hace elecciones en los últimos 20 años porque se sabe más impopular que Hamás?  


En suma, no hay solución a la vista. ¿Por qué entonces Trump, un presidente que se jacta de sólo hacer lo que le conviene a Estados Unidos, quiere involucrarse de lleno -otra vez- en Medio Oriente? Mover a dos millones de palestinos a otros países y reconstruir Gaza ¿a cambio de qué? ¿Construir una zona hotelera? ¿Una Riviera del Medio Oriente, como lo describe Trump? ¿Cuántos cientos de miles de millones de dólares se van a gastar en esa aventura antes de que de resultados?


Israel es un aliado que Donald Trump debe apoyar, pero no queda claro cuál es la utilidad para Estados Unidos de entrometerse tanto. Porque como dijo el vicepresidente JD Vance -en el chat filtrado entre él y sus colegas en Signal- Medio Oriente sirve ya de muy poco a los intereses comerciales estadounidenses. Ese petróleo le es redundante. Y ninguno de los países en la región, incluido Irán, representa una amenaza importante: la propia Tulsi Gabbard, directora de Inteligencia Nacional, dice que no tienen ni desarrollan armas nucleares. ¿No era acaso la amenaza de China la razón por la que querían abandonar a Ucrania y a sus otros aliados en Europa? ¿Palestina, en cambio, sí es muy importante?



Más tarde hoy, sólo para suscriptores en mi página de Patreon: el peligroso apoyo de una parte de la comunidad judía al movimiento MAGA. ¿Creen que el polémico saludo, con la mano estirada, del multimillonario dueño de Tesla es mera casualidad? ¿Creen que no importa la tendencia de cada vez más influencers de normalizar lo que pasó en Alemania en los años 30s? De eso y más hablamos más tarde. Nos vemos por allá.


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