En solo 100 años, Europa pasó de ser imperialista, a ser ahora un grupo de países que parecen indefensos sin la ayuda de Estados Unidos.
Después de la Segunda Guerra Mundial, la amenaza de la Unión Soviética mantuvo a los europeos a la defensiva, a través de la OTAN. Pero luego, en los años 90, tras la caída de la Unión Soviética, creyeron que ya ni siquiera necesitaban Ejércitos, porque nunca habría otra guerra en Europa. Fue lo que Francis Fukuyama llamó “el fin de la historia”; es decir, la imposibilidad de que países arriesgaran con guerras sus crecientes vínculos comerciales.
Se equivocaron, obviamente, y para cuando Vladimir Putin ya tenía a su Ejército metido en Ucrania, se encontraron con que ninguno de ellos usaba siquiera el 2% de su economía en gasto militar.
Apenas ahora intentan desarrollar de nuevo ese músculo, pero un Ejército no se construye en unos pocos años. Si Estados Unidos abandona a Europa y Ucrania cae, ejercicios de guerra simulada calculan que contra Rusia, Reino Unido y Alemania agotarían sus municiones en pocas semanas.
Y mientras todo esto ocurre, China construye 100 nuevas cabezas nucleares cada año. Llegará a mil en 2030. Por eso, quien diga, como Robert Kennedy, que Estados Unidos y Europa deben recortar su gasto militar, es porque son terriblemente ingenuos, o no entienden nada de lo que está pasando en el mundo.