¿Cómo iniciaron las dos guerras mundiales pasadas? Porque había imperios que creyeron tener el poder suficiente para ganarlo todo por la fuerza.
La alemania nazi quedó convencida de que Francia y Reino Unido eran demasiado cobardes para detener su expansión, después de que le entregaran Checoslovaquia en bandeja de plata. El error histórico que ahora conocemos como el “apaciguamiento”, se basó en la creencia de que Hitler sólo quería negociar. Exactamente lo mismo que Donald Trump quiere hacer ahora con Ucrania para “apaciguar” a Vladimir Putin.
Japón atacó Pearl Harbor porque el movimiento aislacionista dentro de Estados Unidos les hizo creer que los estadounidenses jamás querrían pagar por los costos de entrar a la Segunda Guerra Mundial. Y tenían razón hasta antes de ese ataque, porque America First no surgió con Trump, surgió en los años 30 con Charles Lindbergh como rostro del movimiento. Y así como ahora Elon Musk hace creer a muchos que el aislacionismo es lo mejor, en ese tiempo otro muy exitoso empresario, Henry Ford, abanderaba también esa creencia, lo cual demuestra que alguien puede ser muy brillante en los negocios y un completo tarado cuando se trata de geopolítica.
En el momento en que China y Rusia crean que tienen la ventaja, que pueden hacer una guerra y que ganarán, en ese momento iniciará la Tercera Guerra Mundial. Porque Putin, al ver que Estados Unidos no levantará un dedo por sus aliados, no le importará invadir Polonia o los países bálticos, aunque sean miembros de la OTAN, que son sus objetivos después de Ucrania. Históricamente Rusia no se siente segura a menos que bloquee los puntos geográficos por donde han entrado los ejércitos enemigos en el pasado. Las fronteras de la Unión Soviética y su bloque comunista llegaban hasta Europa oriental por esa razón.
China, al ver que Putin hace lo que quiere, querrá tomar Taiwán y toda la zona del Mar Meridional de China después de eso -ya dicen en este momento que les pertenece-, todo el estrecho oceánico que conecta a ese país con sus vecinos, lo cual lo pondrá inevitablemente en conflicto abierto con Indonesia, Filipinas, Malasia y Vietnam. Y Japón que, a diferencia de Trump, no se retracta de sus alianzas militares con esos países ante la posibilidad de un conflicto abierto con China.
¿Reino Unido, Alemania, Japón, Australia, Francia, se quedarán de brazos cruzados mientras todo eso ocurre? Es poco probable dado que saben que ellos son los siguientes si China y Rusia logran eliminar las distancias entre ellos. ¿Quién confía en las promesas de paz de una dictadura expansionista? Rusia, por cierto, hablando de dictaduras expansionistas, ¿dónde estaba en 1939? Aliándose con los nazis en la invasión de Polonia. Alemania atacó desde occidente y la Unión Soviética desde el este, información importante de recordar para todos esos en la izquierda y la derecha que quieren reescribir la historia del monstruo que era Joseph Stalin, inspiración de Putin.
Por eso sólo los que no tienen capacidad para ver más allá de sus narices creen que la estrategia adecuada es entregar Ucrania a Rusia y Taiwán a China, como proponen los nuevos “America First”, algunos como Elon Musk, de manera muy explícita. Una visión ingenua que supone que esos países se detendrán con una sola conquista. ¿De verdad creen que los tiranos vitalicios de esos países pondrán límites a su propio poder, a su propia expansión, pero dejarán tranquilo a la distancia a Estados Unidos indefinidamente?
Franklin Delano Roosvelt entendió muy bien que era mejor enfrentar a un enemigo lejos de casa, antes que dejarlo crecer lo suficiente y tener que pelear con él después en suelo propio. Y eso que estamos hablando de los años 40 del siglo pasado. En pleno siglo XXI, con satélites, portaaviones, misiles intercontinentales y una carrera naval en marcha, eso es mucho más cierto hoy de lo que era hace 80 años.
En conclusión, la Tercera Guerra Mundial no empezará con una demostración de fuerza de Estados Unidos, sino con señales de su debilidad. Ucrania es la primera señal. China, Rusia, Irán y Corea del Norte están tomando nota. No es demasiado tarde, todavía, para reaccionar.