Una palabra se repite cada vez que Claudia Sheinbaum habla sobre economía: nearshoring, o relocalización de empresas.
En términos simples, lo que significa es la preferencia de las empresas de poner sus fábricas en países cercanos a los lugares donde venden sus productos. Ya no quieren más interrupciones en las cadenas de suministro, como las que causó la pandemia o la invasión de Rusia contra Ucrania.
Esa es la razón, por ejemplo, por la que están llegando a México inversiones estadounidenses, chinas, europeas para instalar plantas de autos eléctricos -y de muchas otras industrias- que después serán vendidos a Estados Unidos. Claudia Sheinbaum, correctamente, asume que esa es una oportunidad sin precedentes.
Puede darnos el mayor crecimiento económico en la historia de este país, sólo comarable al crecimiento que el país experimentó después de la Segunda Guerra Mundial, porque se trata de una industrialización de México con inversión de capitales globales.
¿Cual es el problema? Que hay otros países que buscan una rebanada de ese pastel. Vietnam, India, Malasia, Costa Rica, Cambodia, Panamá. Ninguno está tan cerca como México, pero ellos podrían ofrecer otras ventajas, como marcos legales más ágiles. Si terminar todos los trámites para poner una fábrica en México te va a tomar años, mientras que en un país del Sudeste asiático te tomará unos cuantos meses, eso cambiará tus decisiones como inversionista.
No olvidemos lo que el gobernador Samuel García y el presidente Andrés Manuel López Obrador hicieron pasar a Tesla, la empresa de Elon Musk, cuando anunció su deseo de poner una planta en México: se pelearon entre los dos funcionarios para convencer al magnate de reubicar su planta no en donde él quería (Monterrey) sino en el sur del país.
El gran reto de Sheinbaum, es encontrar el balance adecuado. No ponérselas tan fácil a los interesados como para que no dejen ganancias sustanciales en México. Pero tampoco tan difíci que se espanten y se vayan a otro lado; incluso al propio mercado destino (Estados Unidos). Incluso Biden o Trump, cualquiera que quede como presidente, intentarán que inversiones que irían a México se queden en Estados Unidos.