El último intento de sacar a Nicolás Maduro del poder en Venezuela falló. El que fue el país más rico de Latinoamérica, el que tenía lo niveles educativos más altos del subcontinente, ahora apenas tiene para comer.
Compran 80% de sus alimentos al extranjero porque, en su incompetencia, Hugo Chávez y luego Nicolás Maduro acabaron con los productores locales. Expropiaron a los privados y le dieron las tierras y las empresas a leales del gobierno. El resultado, por supuesto, fue la quiebra de esas empresas.
Lo mismo hicieron con el resto de las industrias. Cada problema de desabasto o de encarecimiento de productos -provocado por las propias acciones gubernamentales- fue "resuelto" expropiando esos negocios. Eso empeoró aun más la dependencia venezolana del petróleo pues se convirtió en su único producto exportable.
Y hasta eso arruinaron: Producían alrededor de 4 millones de barriles de petróleo diario. Ahora con dificultad alcanzan 900 mil, cuyas ventas sirven muy poco a Venezuela, pues las ganancias se van en pagar los préstamos que recibió de China y Rusia a cambio de ese petróleo.
Los chavistas culpan a Estados Unidos. Pero las sanciones sólo consisten en que inversionistas y empresas estadounidenses tienen prohibido hacer negocio o transacciones con Venezuela. No es un “bloqueo” militar o naval como mucha gente se lo imagina. Cualquier otro país puede comerciar libremente con ellos.
Venezuela es el espejo de cómo podemos terminar si por ingenuidad elegimos en las urnas a un Hugo Chávez o un Nicolás Maduro, hombres “del pueblo”, cuya única virtud real es entretener a los ingenuos.